Enviando a Vuestra Excelencia los días pasados
mis comedias, antes impresas que representadas, si bien me acuerdo dije que don Quijote
quedaba calzadas las espuelas para ir a besar las manos a Vuestra Excelencia; y ahora
digo que se las ha calzado y se ha puesto en camino, y si él allá llega,
me parece que habré hecho algún servicio a Vuestra Excelencia, porque
es mucha la priesa que de infinitas partes me dan a que le envíe para quitar
el hámago y la náusea que ha causado otro don Quijote que con nombre
de Segunda parte se ha disfrazado y corrido por el orbe. Y el que más
ha mostrado desearle ha sido el grande emperador de la China, pues en lengua chinesca
habrá un mes que me escribió una carta con un propio, pidiéndome
o por mejor decir suplicándome se le enviase, porque quería fundar
un colegio donde se leyese la lengua castellana y quería que el libro que
se leyese fuese el de la historia de don Quijote. Juntamente con esto me decía
que fuese yo a ser el rector del tal colegio. Preguntéle al portador si Su
Majestad le había dado para mí alguna ayuda de costa. Respondióme
que ni por pensamiento.
-Pues, hermano -le respondí yo-, vos os podéis volver a vuestra China
a las diez o a las veinte o a las que venís despachado, porque yo no estoy
con salud para ponerme en tan largo viaje; además que, sobre estar enfermo,
estoy muy sin dineros, y, emperador por emperador y monarca por monarca, en Nápoles
tengo al grande conde de Lemos, que, sin tantos titulillos de colegios ni rectorías,
me sustenta, me ampara y hace más merced que la que yo acierto a desear.
Con esto le despedí y con esto me despido, ofreciendo a Vuestra Excelencia
Los trabajos de Persiles y Sigismunda, libro a quien daré fin dentro
de cuatro meses, Deo volente, el cual ha de ser o el más malo o el
mejor que en nuestra lengua se haya compuesto, quiero decir de los de entretenimiento;
y digo que me arrepiento de haber dicho el más malo, porque según la
opinión de mis amigos ha de llegar al estremo de bondad posible. Venga Vuestra
Excelencia con la salud que es deseado, que ya estará Persiles para
besarle las manos, y yo los pies, como criado que soy de Vuestra Excelencia. De Madrid,
último de otubre de mil seiscientos y quince.
Criado de Vuestra Excelencia,
Miguel de Cervantes Saavedra |