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ANNA AJMÁTOVA [Anna Andreievna
Gorenko] |
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Ajmátova seudónimo
de Anna Andreievna Gorenko, que junto a Osip Mandelstam fue la que encabezó
el acmeísmo, movimiento artístico de principios del siglo XX que, en
oposición al simbolismo, preconizaba el uso de un lenguaje poético
que contuviera significados exactos. Las primeras composiciones líricas de
Ajmátova, Atardecer (1912) y El rosario (1914) utilizan imágenes concretas
para presentar detalles íntimos. Las obras posteriores, como Anno domini MXMXXI
(1922 ), introdujeron temas patrióticos, pero no apaciguaron a los críticos
soviéticos, que consideraban a los acmeístas demasiado personalistas.
No volvió a publicar más poemas hasta 1940, fecha de publicación
de Iva (Sauce). Su poema Réquiem (1935-1940) no se publicó en la antigua
URSS hasta 1987, ya que por su temática, una elegía por los prisioneros
de Stalin, fue considerado demasiado polémico. Sin embargo, durante la última
década de su vida escribió varios poemas caracterizados por la gran
belleza de su imaginería visual. Entre ellos está su autobiográfico
Poema sin héroe (1962). |
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Sótano del recuerdo |
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Es pura tontería que vivo entristecida
y que estoy por el recuerdo torturada.
No soy yo asidua invitada en su guarida
y allí me siento trastornada.
Cuando con el farol al sótano desciendo,
me parece que de nuevo un sordo hundimiento
retumba en la estrecha escalera empinada.
Humea el farol. Regresar no consigo
y sé que voy allí donde está el enemigo.
Y pediré benevolencia... pero allí ahora
todo está oscuro y callado. ¡Mi fiesta se acabó!
Hace treinta año se acompañaba a la señora,
hace treinta que el pícaro de viejo murió...
He llegado tarde. ¡Qué mala fortuna!
Ya no puedo lucirme en parte alguna,
pero rozo de las paredes las pinturas
y me caliento en la chimenea. ¡Qué maravilla!
a través del moho, la ceniza y la negrura
dos esmeraldas grises brillan
y el gato maúlla. ¡Vamos a casa, criatura!
¿Pero dónde es mi casa y dónde mi cordura? |
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¡De nuevo estás
conmigo,
otoño, amigo mío!
Inocente Annenski |
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Que al sur a gozar se vayan, digo,
y se tumben en jardines soleados.
Aquí es puro norte - y como amigo
al otoño este año he tomado.
Vivo como en casa extraña, soñada,
donde puede ser que ya haya muerto,
donde el espejo en la tarde cansada
para sí mismo guarda algo incierto.
Voy bajo negros abetos achaparrados.
Es aquí el brezo semejante al viento
y como un viejo cuchillo mellado
de la luna brilla el trozo macilento.
Aquí feliz al recuerdo di fama
del no-encuentro contigo vespertino.
La fría, limpia, ligera llama
de mi victoria sobre el destino... |
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Dedicatoría |
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Las montañas se doblan ante
tamaña pena
y el gigantesco río queda inerte.
Pero fuertes cerrojos tiene la condena,
detrás de ellos sólo "mazmorras de la trena"
y una melancolía que es la muerte.
Para quién sopla la brisa ligera,
para quién es el deleite del ocaso -
Nosotras no sabemos, las mismas por doquiera,
sólo oímos el odioso chirriar de llaves carceleras
y del soldado el pesado paso.
Nos levantamos como para la misa de madrugada,
caminábamos por la ciudad incierta,
para encontrar una a la otra, muerta, inanimada,
bajo el sol o la niebla del Neva más cerrada,
mas la esperanza a lo lejos canta cierta...
La sentencia... y las lágrimas brotan de repente,
ya de todo separada,
como arrancan la vida al corazón, dolorosamente,
como si hacia atrás la derribaran brutalmente,
pero marcha... vacila... aislada...
¿Dónde están ahora aquellas compañeras del azar,
de mis años de infierno desnudo?
¿En la borrasca siberiana cuál es su soñar,
qué imaginan en el círculo lunar?
A vosotras os envío mi adiós y mi saludo. |